Escribe: Juan Carlos Suárez Revollar
Las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma son, acaso, la mayor muestra de la historia peruana en clave de ficción. En el siguiente artículo se hace una revisión de la totalidad de tradiciones, pero enfocada en la Navidad.
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Ricardo Palma ( Lima, 1833-1919). |
Buen número de las menciones a la Navidad son sólo eso: «con más garbo que una reina y con más ángel en la cara que un retablo de Navidad» en «Haz bien sin mirar a quién». O se usa esta celebración para contabilizar la edad: «frisaba su señoría el marqués en las sesenta navidades», o «contaba nada menos que ciento veinte navidades», en «Un drama íntimo» y «La venganza de un cura», respectivamente. Así también en «Refranero limeño» Palma nos habla de «un refrán numismático que usaban las abuelitas cuando querían ponderar el número de navidades que una persona carga a cuestas. Decir de una mujer, por ejemplo: “Fulana no tiene ya cara ni sello”, era declararla moneda antigua, fea y gastada».
En «Batalla de frailes», por su parte, si bien no es de tema navideño, su nudo narrativo transcurre durante la Nochebuena y la Navidad de 1680, en que unos frailes hacen un cómico intento de revolución, con incendio, represión armada y muertos incluidos. Igualmente, «Los pasquines de Yauli» tiene su arranque en la Navidad de 1780, cuando aparece en la puerta de la iglesia un pasquín subversivo más explícito que otros anteriores, y nos lleva a la torpe busca de los autores, donde aparece además una conciudadana nuestra: «en el pueblo había una muchacha de respingón y ojo alegre, conocida con el apodo de la “Coquerita”, oriunda de Huancayo, que sabía leer y escribir y que siempre andaba echando versos a sus galanes».
«La primera campana de Lima», en cambio, relata cómo, para evitar orar acompañados por el poco cristiano toque de corneta y redoble del tambor, los conquistadores junto al propio Pizarro forjaron una campana «que pesaba mil trescientas libras y que resultó muy sonora, y se dejó oír por primera vez en la Nochebuena de diciembre, con gran contentamiento del vecindario limeño».
Por otra parte, «Truenos en Lima» y «Una chanza de inocentes» tocan dos temas cercanos a la Navidad: la primera el siniestro fin de año de 1877 con «una gruesa lluvia, acompañada de relámpagos, seguidos de la detonación de cuatro truenos»; y la segunda una broma por el día de los inocentes gastada al siempre lúbrico Simón Bolívar, que marcó el fin de su estancia en Bolivia.
Navidades propiamente
La primera campana de Lima (Ilustración del acuarelista peruano Pancho Fierro). |
Igualmente, «La “Nariz de Camello”» va subtitulada como una tradición que narra «porqué en la Nochebuena de 1547 no hubo en Trujillo Misa del Gallo, sino Misa de Gallinas». En efecto, esa noche dos damas se disputan a punta de insultos un lugar dentro de la iglesia, que acaba con el desquite que el marido de una, meses después, cobra contra la otra, y la deja con las trenzas cortadas y la nariz con un feroz chirlo que la hacía parecer la de un camello.
El mes de diciembre en la Lima antigua (Ilustración del acuarelista peruano Pancho Fierro). |
En efecto, y como se cuenta más ampliamente en «Los barbones», este nacimiento era exhibido «desde el 24 de diciembre hasta el 6 de enero en la capilla de su convento», donde «la Virgen, San José y el Niño, que movía la manita como para bendecir», eran contemplados por el pequeño Ricardo Palma y otros boquiabiertos rapazuelos.
Interesante lectura amigo, personalmente disfruto mucho de las tradiciones de nuestro Ricardo Palma, gracias por el artículo.
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